"Estos catalanes parecen chiquillos y me da mucho que hacer para traerles al buen sentido... Nadie está obligado a nada, nadie quiere ni puede exigirle a otro su obligación... Engreimiento de advenedizos, insolencia de separatistas, deslealtad, disimulo, palabrería de fracasados... Es más fácil hacer una ley aunque sea el Estatuto capaz de satisfacer las aspiraciones de Cataluña que arrancar la raíz de este sentimiento de pueblo incomprendido y vejado que ostentan algunos de ustedes".
Extracto de escritos de Manuel Azaña, presidente de la II República, en 1936 y 1937, mostrando su desencanto con el comportamiento de los catalanes, a los que tanto ayudó hasta llegar al desencanto.