jueves, 16 de mayo de 2019

Personas, gente y tontos del culo

Los humildes no quieren ser personas. Se definen más como gente. Esa que rechaza cualquier protagonismo. Al menos, el que viene dado por factores externos. El tonto o tonta del culo es quien pretende ser persona pasando por encima de la gente. Por eso al final siempre se ven solas. Esas personas, suelen ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Suelen juzgar al vecino, sin entender el entorno o las circunstancias, y no paran para analizar siquiera lo que ocurre a su hermano o hermana de sangre. Son los tontos o tontas del culo que siempre han vivido a tu lado. Con ese tipo de gente -ya un amigo sevillano lo definía con exactitud: “ajuí”- mientras más lejos mejor. Es decir, que no merece la pena que estén a tu alrededor. El problema del tonto o tonta del culo es que no lo ves venir, pese a los años. Incluso te parece surrealista su historia, incrédula de razonamiento, pero creíble tras dejarte embaucar por las relaciones personales. Sin embargo, cuando el tonto o tonta del culo consigue que bajes a su nivel, ahí te gana. Y, por mor de esos astros que dicen que se alinean cada cierto tiempo, siempre hay un, digamos ‘porculero’ o “porculera” tan cerca de ti, que se toma la libertad de pretender joderte la vida sin que haya sido invitado o invitada. Creen, además, que el ayer les da potestad en el presente para diseñar el futuro. Nada más lejos de la realidad... de los demás. Porque el tonto o tonta del culo ni siquiera se lo plantea. Y lo peor es que casi todos tenemos uno o una próximo a la chepa. Incluso en la feria. ¡Qué jactancia!