Sólo admiro una cosa de los estadounidenses de América del Norte. Esos de las barras y estrellas por bandera, por más señas, tan distintos de los norteamericanos de los Estados Unidos Mexicanos.
Se trata de la intolerancia ante un político, de cualquier nivel, mentiroso. No lo perdonan. Una mentira y, como l@ pillen, se acabó la carrera. Una mentira en el ejercicio de lo público, en el manejo de los intereses generales... y adiós.
La cuestión no es la defensa a ultranza de las propias creencias, políticas o religiosas ante el resto de la sociedad, sino ocultar ante los ciudadanos la verdad para no verse perjudicad@ en la situación personal y profesional o viceversa.
En esto es cierto que España es diferente. La impunidad de la mentira pública es la peor tara ética que soporta este país. La mentira es el mayor pecado moral para los polític@s por cometerla y para los ciudadan@s por consentirla.
Uno de los problemas más profundos de la plurirrealidad española es la credibilidad de los dirigentes en los que la ciudadanía ha depositado su confianza y en los que ha delegado, de forma democrática, la gestión estatal, de diecisiete autonomías, dos ciudades autónomas, más de medio centenar de diputaciones y de ocho mil y pico de ayuntamientos.
La realidad de este país pluri tantas cosas empieza a tocar, aunque sea de soslayo, la cuestionable honestidad pública de quien la calle denomina "clase", designando así a una serie de representantes del pueblo o mandatarios judiciales, que disfruta de privilegios adquiridos y de los que se resiste abandonar, con o sin justificación.
A estas alturas de la crisis especulativa, el hartazgo ciudadano es mayúsculo, la indignación superlativa y el espíritu general descreído frente a una casta que está empeñada en inmolarse.
Ante este panorama, en que se aprieta más a los más débiles, se amnistía a los defraudadores, se suben los impuestos para, entre otras cosas, ayudar con dinero público a los bancos y que los bancos lo agradezcan con desahucios, no es de extrañar que junto a la apatía y el cabreo del "y tú más", aparezcan "salva patrias" cargad@s de mentiras que nos ponen de los nervios. Un poquito de ética, por favor.
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