Cuaderno en el que contar lo que pasa y lo que se puede demostrar, propio y ajeno, desde cualquier punto de vista, oral o escrito...y más allá.
jueves, 17 de diciembre de 2015
La letra pequeña
miércoles, 5 de agosto de 2015
El tío Jordi
Trece Rosas
HistoriaEditar
Tras la ocupación de Madrid por el ejército franquista y el fin de la guerra, las Juventudes Socialistas Unificadasintentaron reorganizarse clandestinamente bajo la dirección deJosé Pena Brea, de 21 años. Los dirigentes del PCE y las JSU habían abandonado España, dejando la organización en manos de militantes poco significativos, los cuales esperaban pasar más desapercibidos. José Pena, secretario general del comité provincial de las JSU, fue detenido por una delación y obligado a dar, mediante torturas, todos los nombres que sabía y firmar una declaración preparada.
Roberto Conesa, policía infiltrado en la organización, colaboró también en la caída de la organización (Conesa fue posteriormente comisario de la Brigada Político-Social franquista y ocupó un cargo importante en la policía durante los primeros años de la democracia). La práctica totalidad de la organización clandestina cayó de este modo, sin apenas posibilidad de reorganización. La mayor parte de los detenidos aún no había tenido tiempo de integrarse en la organización clandestina o apenas acababan de hacerlo. A la captura de los militantes ayudó el hecho de que los ficheros de militantes del PCE y las JSU no habían podido ser destruidos, debido al golpe de Estado del coronel Casado, y fueron requisados por los militares franquistas al ocupar Madrid. Entre los detenidos se hallaban «Las Trece Rosas», que fueron detenidas y conducidas primero a instalaciones policiales, donde fueron torturadas, y después a la cárcel de mujeres de Ventas, construida para 450 personas en la que se hacinaban unas 4000.
El 27 de julio de 1939 tuvo lugar un atentado contra el coche donde viajaba el comandante Isaac Gabaldón, acompañado de su hija y el chófer, cuando circulaba por la carretera de Extremadura cerca de Talavera de la Reina. El comandante Gabaldón, que murió en el atentado, era un antiguo miembro de la «quinta columna» de Madrid y en aquel momento desempeñaba un cargo importante en el aparato represivo franquista pues estaba encargado del «Archivo de la masonería y el comunismo» que suministraba documentación a los fiscales militares en los consejos de guerra contra los partidarios de la República, de ahí que el régimen interpretara su muerte como un «desafío de un adversario al que creía totalmente aniquilado, y decidió castigar a los verdaderos o supuestos responsables de un modo ejemplar». Aunque todo parecía indicar que había sido obra de algún grupo de antiguos soldados de la República, o de huidos —no era la primera vez que se producía un atentado contra un vehículo en marcha en los alrededores de Madrid—, el régimen lo atribuyó a una supuesta red comunista de grandes dimensiones.[2] La hija de 18 años y el chófer también murieron en el atentado.
Un primer consejo de guerra sumarísimo se celebró el 4 de agosto en Madrid, resultando condenados a muerte 65 de los 67 acusados, todos ellos miembros de las JSU, siendo fusilados al día siguiente 63. El 7 de agosto fueron fusilados un número indeterminado de hombres condenados en otro juicio, y pocos días más tarde fueron condenadas 24 personas más —fueron fusiladas 21, salvándose tres jóvenes «porque el régimen había empezado a temer que el caso pudiera crear un eco desfavorable para la nueva España en el extranjero»—. Entre los primeros 63 ejecutados se encontraban trece mujeres jóvenes, que serían conocidas como «Las trece rosas». [3]
Según otras fuentes,[cita requerida] el primer Consejo de Guerra se celebró el 3 de agosto (expediente 30.426) y en él fueron juzgados 57 miembros de las JSU, de los cuales 14 eran mujeres. Entre los acusados se encontraban los tres asesinos de Gabaldón,[cita requerida]mientras que la mayoría del resto habían sido detenidos antes del atentado. En el juicio se dictaron 56penas de muerte, librándose sólo una de las mujeres. Los acusados que no habían participado directamente en el atentado contra Gabaldón fueron acusados de reorganizar las JSU y el PCE para cometer actos delictivos contra el «orden social y jurídico de la nueva España», y condenados, por «adhesión a la rebelión». La mayoría de las ejecuciones (incluyendo las de "las Trece Rosas") tuvieron lugar en la madrugada del 5 de agosto de 1939, junto a la tapia del cementerio de la Almudena de Madrid, a 2 km de la prisión de Las Ventas. Al día siguiente fueron fusilados los autores materiales del atentado.[cita requerida]
Nueve de las jóvenes fusiladas eran en el momento de su muerte menores de edad, ya que la mayoría de edad estaba establecida en 21 años.
Los fusilamientos saltaron más tarde a la prensa internacional cuando se conoció que entre los primeros 63 ejecutados se encontraban trece mujeres jóvenes. Una hija de madame Curie promovió una campaña de protesta en París por las «las trece rosas» que tuvo un gran impacto en Francia, a pesar de lo cual el régimen franquista no detuvo su espiral represiva —se estima que la mayoría de las 364 personas que fueron detenidas por el atentado contra el comandante Gabaldón fueron fusiladas—.[3]
Las Trece RosasEditar
Carmen Barrero Aguado (20 años, modista). Trabajaba desde los 12 años, tras la muerte de su padre, para ayudar a mantener a su familia, que contaba con 8 hermanos más, 4 menores que ella. Militante del PCE, tras la guerra, fue la responsable femenina del partido en Madrid. Fue detenida el 16 de mayode 1939.
Martina Barroso García (24 años, modista). Al acabar la guerra empezó a participar en la organización de las JSU de Chamartín. Iba al abandonado frente de la Ciudad Universitaria a buscar armas y municiones (lo que estaba prohibido). Se conservan algunas de las cartas originales que escribió a su novio y a su familia desde la prisión.
Blanca Brisac Vázquez (29 años, pianista). La mayor de las trece. Tenía un hijo. No tenía ninguna militancia política. Era católica y votante de derechas. Fue detenida por relacionarse con un músico perteneciente al Partido Comunista. Escribió una carta a su hijo la madrugada del 5 de agosto de 1939, que le fue entregada por su familia (todos de derechas) 16 años después. La carta aún se conserva.
Pilar Bueno Ibáñez (27 años, modista). Al iniciarse la guerra se afilió al PCE y trabajó como voluntaria en las casas-cuna (donde se recogía a huérfanos y a hijos de milicianos que iban al frente). Fue nombrada secretaria de organización del radio Norte. Al acabar la guerra se encargó de la reorganización del PCE en ocho sectores de Madrid. Fue detenida el 16 de mayo de 1939.
Julia Conesa Conesa (19 años, modista). Nacida en Oviedo. Vivía en Madrid con su madre y sus dos hermanas. Se afilió a las JSU por las instalaciones deportivas que presentaban a finales de 1937 donde se ocupó de la monitorización de estas. Pronto se empleó como cobradora de tranvías, ya que su familia necesitaba dinero, y dejó el contacto con las JSU. Fue detenida en mayo de 1939 siendo denunciada por un compañero de su "novio". La detuvieron cosiendo en su casa. Dijo antes de morir : "Que mi nombre no se borre en la historia".
Adelina García Casillas (19 años, activista). Militante de las JSU. Hija de un guardia civil. Le mandaron una carta a su casa afirmando que sólo querían hacerle un interrogatorio ordinario. Se presentó de manera voluntaria, pero no regresó a su casa. Ingresó en prisión el 18 de mayo de 1939.
Elena Gil Olaya (20 años, activista). Ingresó en las JSU en 1937. Al acabar la guerra comenzó a trabajar en elgrupo de Chamartín.
Virtudes González García (18 años, modista). Amiga de María del Carmen Cuesta (15 años, perteneciente a las JSU y superviviente de la prisión de Ventas). En 1936 se afilió a las JSU, donde conoció a Vicente Ollero, que terminó siendo su novio. Fue detenida el 16 de mayo de 1939 denunciada por un compañero suyo bajo (se dice) tortura.
Ana López Gallego (21 años, modista). Militante de las JSU. Fue secretaria del radio de Chamartín durante la Guerra. Su novio, que también era comunista, le propuso irse a Francia, pero ella decidió quedarse con sus tres hermanos menores en Madrid. Fue detenida el 16 de mayo, pero no fue llevada a la cárcel de Ventas hasta el 6 de junio. Se cuenta que no murió en la primera descarga y que preguntó "¿Es que a mí no me matan?".
Joaquina López Laffite (23 años, secretaria). En septiembre de 1936 se afilió a las JSU. Se le encomendó la secretaría femenina del Comité Provincial clandestino. Fue denunciada por Severino Rodríguez (número dos en las JSU). La detuvieron el 18 de abril de 1939 en su casa, junto a sus hermanos. La llevaron a un chalet. La acusaron de ser comunista, pero ignoraban el cargo que ostentaba. Joaquina reconoció su militancia durante la guerra, pero no la actual. No fue conducida a Ventas hasta el 3 de junio, a pesar de ser de las primeras detenidas.
Dionisia Manzanero Salas (20 años, modista). Se afilió al Partido Comunista en abril de 1938 después de que un obús matara a su hermana y a unos chicos que jugaban en un descampado. Al acabar la guerra fue el enlace entre los dirigentes comunistas en Madrid. Fue detenida el 16 de mayo de 1939.
Victoria Muñoz García (18 años, activista). Se afilió con 15 años a las JSU. Pertenecía al grupo de Chamartín. Era la hermana de Gregorio Muñoz, responsable militar del grupo del sector de Chamartin de la Rosa. Llegó a Ventas el 6 de junio de 1939.
Luisa Rodríguez de la Fuente (18 años, sastre). Entró en las JSU en 1937 sin ocupar ningún cargo. Le propusieron crear un grupo, pero no había convencido aun a nadie más que a su primo cuando la detuvieron. Reconoció su militancia durante la guerra, pero no la actual. En abril la trasladaron a Ventas, siendo la primera de las Trece Rosas en entrar en la prisión.