LOS TEMPLARIOS EN SANLÚCAR LA MAYOR
@mmperezcano-09/2024
Pascual Madoz e Ibáñez, que fue ministro de Hacienda y presidió en 1868 el Consejo de Ministros de España es recordado, entre otras cosas, por su Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar.
Según Madoz, distintas referencias dicen que en lo que hoy conocemos como urbanización de San Miguel “hubo una catedral al principio de la Iglesia en España, que durante la dominación árabe permaneció allí el culto cristiano en una iglesia dedicada al Bautista y que perteneció a la orden de los templarios hasta que [fue] suprimida ésta por Fernando IV el Emplazado…”.
Para entender el porqué de poner un sitio, lugar, monasterio, convento o iglesia bajo la advocación de la divinidad o los santos hay que escarbar en el pasado y en su contexto histórico porque no es casual.
Que el monasterio de Sanlúcar la Mayor se encomendara a la protección del jefe de las huestes celestiales, San Miguel Arcángel, y que su iglesia tuviera la tutela de San Juan Bautista, tampoco fue decisión tomada al libre albedrío de sus fundadores.
Rastreando la historia y las vicisitudes de los templarios podemos encontrar claves que justifican su credo, sus ideales y sus acciones a lo largo de sus, prácticamente, 200 años de existencia como miembros de esa orden militar y religiosa.
La orientación de nuestras investigaciones puede aportar las respuestas correctas a las cuestiones formuladas y terminar corroboradas por reseñas documentales.
¿A qué santos veneraban los templarios? La documentación existente de la Orden del Temple no deja lugar a dudas: San Juan Bautista, Santa María Magdalena, San Jorge, San Miguel Arcángel, San Bartolomé, San Blas y San Bernardo de Claraval.
¿Y por qué éstos, especialmente, entre otros santos y santas?
San Juan El Bautista: La voz del que clama en el desierto. Precursor del nacimiento y de la muerte de Cristo. “Conviene que Él (Jesús) crezca y que yo disminuya”. Para los templarios, defensores de la fe cristiana, es el primer profeta del Hijo de Dios en la Tierra.
Santa María de Magdala -o de Betania- (María Magdalena): Reconocida por católicos, ortodoxos y anglicanos. La relación con el Temple está muy ligada al Grial -Sangreal, Sangre Real (Casa de David, dinastía bíblica encabezada por el rey David, descendiente de Abraham, y éste ancestro de Jesucristo)-… y todo condicionado con el posible matrimonio “de Jesucristo con este personaje evangélico, que sería entonces -apunta Juan García Atienza, investigador histórico y antropológico- la contenedora de su estirpe, como el Grial es contenedor de su sangre”.
San Jorge, que llegó a ser tribuno romano en tiempos de Diocleciano, prefirió -según la leyenda- hacer pública su fe cristiana antes que obedecer al emperador y perseguir ferozmente a los cristianos. Es el patrón de los cruzados.
San Miguel Arcángel. Príncipe de los ejércitos celestiales, por su fidelidad a Dios, y desesperación de Satanás y sus demonios, a los que vence y mantiene a raya. Miguel es el custodio de la Iglesia.
San Bartolomé fue uno de los primeros discípulos de Jesús, casi siempre en compañía del apóstol Felipe. Su nombre era Natanael. Significa “regalo de Dios”. También fue conocido por su sobrenombre en arameo, bar-Tôlmay (hijo de Ptolomeo). Llevó el cristianismo a Armenia en el siglo I.
San Blas fue médico y obispo de Sebaste, entonces territorio armenio, hoy Sivas, Turquía. Hizo vida eremítica en una cueva del bosque del monte Argeus. Aquella fue su sede episcopal. Fue torturado y martirizado, en torno al año 316, en época del césar Licinio. Su veneración se extendió en Oriente y Occidente. Sólo en Roma se contabilizaron en la Edad Media 35 Iglesias bajo su advocación.
San Bernardo de Claraval (en francés, Bernard de Clairvaux). Bernard de Fontaine nació en el castillo de Fontaine-lès-Dijon, (Borgoña. Francia), en 1090 y falleció en la Abadía de Claraval, Ville-sous-la-Ferté, Champaña-Ardenas, Francia, el 20 de agosto de 1153). Fue monje cisterciense y abad de la Abadía de Claraval. Con él, el Císter se extendió por toda Europa, participó en todos los asuntos importantes políticos y religiosos de su tiempo, incluido el cisma de Anacleto II. Fue apasionado predicador de la Segunda Cruzada y la personalidad más influyente de su siglo en Europa. Padre espiritual de la Orden del Temple.
Una devoción motivada por sus vidas, sus simbolismos y sus muertes:
San Juan, san Jorge, san Bartolomé y san Blas fueron decapitados. Igual les ocurría a los templarios cuando perdían en combate. No llegaban a ser prisioneros. Los ajusticiaban así porque no se rendían.
San Miguel, guardián de la Iglesia, Santa María Magdalena, custodia de la descendencia de Jesucristo y San Bernardo, impulsor del reconocimiento de la Orden del Temple en el Concilio de Troyes y primer redactor de la que sería Regla de los templarios.
Son los antecedentes de los que se extraen el porqué de los nombres del Monasterio de San Miguel de los Ángeles y de su iglesia de San Juan Bautista, en Sanlúcar de Alpechín.
Tras la marcha forzada de los templarios, por el comienzo de su persecución a partir de 1307 y la disolución de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo por el papa Clemente V en 1312, el monasterio fue puesto en manos de ermitaños, hasta la llegada de los monjes de la Orden de los Jerónimos de la Observancia, en 1477.
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