sábado, 3 de diciembre de 2011

El reparto bicéfalo

Ya han pasado algunos meses desde que los sanluqueños decidieron encomendar el futuro inmediato de su pueblo, Sanlúcar la Mayor, a regidores distintos a los que terminaron mandato. Aunque no lo hicieron de forma directa, la evidencia de la corresponsabilidad de los votantes de las distintas opciones con lo que a posteriori puede suceder, huelga. La aritmética política manda en democracia. Y cuatro (APSM) más cinco (PP) son más que ocho (PSOE).

Los cambios con la nueva Administración local Naranjo-Pérez ya se notan respecto a la anterior. Son tiempos difíciles que nadie cuestiona y, tras los primeros recortes que supuso el "adelgazamiento" del personal al servicio del consistorio, los pequeños detalles y las formas relucen más que el fondo, que de por sí es profundo.

Nadie niega el empeño que unos y otros ponen, desde el color del cristal con el que miran, en que se salga adelante. Sin embargo, aunque parecen iguales, existen connotaciones, cuanto menos curiosas, que rozan la perplejidad de los que viven día a día la realidad sanluqueña.

El reparto de poder entre los socios de gobierno ya tiene su cosa. Primero, porque cuesta entender -sólo cuesta-, que quien menos representación popular tiene dentro del ejecutivo municipal asuma las piezas clave que definirán la gestión y condicionarán todo el mandato, no sólo los dos primeros años en los que ostenta la alcaldía y presidencia del consistorio.

Gobierno municipal de Sanlúcar la Mayor (APSM-PP)
                                                                                                                              
"Son como la cara y la cruz de una moneda. El azar va decidiendo, cada vez, quién queda encima y quién debajo."

Segundo, porque más temprano que tarde provocará los roces propios de dos mecanismos que deberían ensamblar a la perfección para tan ardua tarea, ante la falta de ese aceite lubricador que actúe para evitar el desgaste entre las piezas.

Y eso se nota desde el primer día de ejercicio. Al alcalde, con independencia de la persona, el otro socio de gobierno enfrenta a un "vicealcalde", figura con la que se pretende ensalzar a su líder, sin consistencia ni reconocimiento legal, que sólo aparece tras la aprobación de la Ley de Medidas para la Modernización del Gobierno Local o Ley de Grandes Ciudades. 

El esbozo de una sonrisa siempre aflora en los actos de carácter público por la notoriedad de ambas presencias, las de los cabezas de lista de las fuezas coaligadas, máximos dirigentes del Gobierno municipal, y el peculiar comportamiento social. Son como la cara y la cruz de una moneda. El azar va decidiendo, cada vez, quien queda encima y quién debajo.

Tercero, por las competencias. Quizás por la misma razón, los poderes de uno y otro grupo se solapan con el ejercicio o el vacío de poder. Ya aparecen las contradicciones, decisiones enfrentadas, pareceres contrapuestos y malestar interno. Y se percibe, como consecuencia, la falta de coordinación no ya en lo importante sino en lo cotidiano.

Son riesgos legítimos que se corren cuando toca decidir y, como en todo, unas veces salen bien y otras no tanto.

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